La toma de decisiones

Los responsables de calidad o las personas involucradas en los procesos de control, en el fondo no dejan de ser personas con todas sus virtudes pero también con sus dudas y miedos al fracaso. El día a día requiere que tomemos decisiones y a veces las situaciones son complejas y no está claro que es lo que hay que hacer. Los responsables de área o los directivos son gente de acción que no espera que alguien les diga qué es lo que tienen que hacer. Las decisiones que tomen tendrán como resultado éxitos o fracasos, pero la posibilidad de que las cosas no salgan bien genera inseguridad. El impacto subjetivo negativo de un fracaso es muy superior al impacto subjetivo positivo de un acierto, de modo que el temor al fracaso es mucho mayor. Por otro lado, si seguimos haciendo las cosas del mismo modo no podemos pretender que las cosas cambien.

Generalmente, y sobre todo en situaciones de turbulencia e inestabilidad como la que vivimos, tenemos la tendencia a no llevar la contraria a nuestros superiores, dejar las cosas tal como están si funcionan mínimamente y pasar desapercibidos en la medida de lo posible. Todo esto es consecuencia de la inseguridad y el miedo al fracaso. Nos escudamos en frases como “siempre se ha hecho así” a la vez que nos llena de seguridad y nos auto-convence que estamos actuando de la mejor manera.

Actuar de este modo es un error y no debemos caer en esta tentación. Como personas responsables de alguna área, debemos cuestionar continuamente el porqué de las cosas que estamos haciendo, rodearnos de personal que nos aporten opiniones válidas, de mostrarnos tal como somos y si tenemos dudas comentarlas con nuestro equipo, escuchar opiniones de los demás, estar abiertos a otras opiniones. Esto nos permitirá dirigir de un modo humano. Tendremos a la gente con nosotros y nos apreciarán, a la vez que conseguimos mejorar nuestra forma de trabajar. Es importante tener inquietud por todo lo que se mueve y evoluciona en nuestro sector. Estudiar las posibles mejoras que nos brindan los avances tecnológicos y buscar la manera de implementarlos en nuestros procesos.

A este razonamiento hemos llegado después de analizar el comportamiento de compra de muchas personas, tanto cuando les presentamos nuestra gama de productos CAPTOR, productos que automatizan la recopilación de medidas procedentes de reloj comparador, como cuando les proponemos nuevas soluciones de medición para sus útiles de control. En ambos casos, la reacción de las personas a las que proponemos mejorar su proceso de control es la misma: nuestras propuestas generan ciertas dudas en los clientes. CAPTOR implica un cambio en la forma de trabajar, implica eliminar los papeles de la fábrica, implica dejar trazabilidad de la medición, implica poner a disposición de los operarios equipos con un mayor valor económico. Los útiles de control más completos implican facilitar y mejorar el proceso de control, y asegurar una mayor fiabilidad de las mediciones y por lo tanto reducir o eliminar los costes de no conformidad, pero implican también una mayor inversión. Y evidentemente esto genera dudas y miedos. Esta es la principal barrera que tenemos que vencer para hacer que nuestros clientes “ahorren dinero” y tengan mayor calidad en la toma de datos. La implicación de los propios responsables de calidad es básica y cuando estos se aferran al “siempre se ha hecho así” para no incurrir en riesgos dentro de su empresa, nos resulta imposible ayudarles.

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